miércoles, 8 de julio de 2009

No hay muchas cosas que tengan sentido. Ya sabes a lo que me refiero. Sentido. Es muy fácil caer en una espiral de respuestas que son respuestas creyendo que son preguntas. ¿Me explico? Y así, dejar de hacer cosas por aquello. Porque no tienen sentido.

Escribir una novela porque vas a cumplir 30 años tiene el mismo sentido que no hacerlo que sólo tiene sentido si no puedes evitarlo.

Buscarle sentido a las cosas es un retorcido truco que usa la madre naturaleza para mantener otra cosa: la selección natural. Grandes depresivos de la historia han terminado con su vida tras entrar en un programa rápido de centrifugado. Si te preguntas el suficiente número de veces por el sentido de las cosas hay dos posibilidades excluyendo tu propia extinción: que termines teniendo sentido del humor o que termines siendo un crítico anti-entusiasta. Que ninguna iniciativa te parezca digna de haberse llevado a cabo. Si por ti fuera el espacio, el tiempo, o todas las anteriores podrían comenzar a plegarse sobre si mismos y a tomar por saco todo.

Nadie se imagina cuando está en la edad de imaginarse de mayor que vaya a tener alopecia. Calvicie. Nadie!. El pelo es tan contradictorio… no lo queremos pero lo queremos. Queremos que esté donde y cuando yo lo diga, como yo lo diga. Es normal que sea caprichoso e intente sorprendernos con molestas ausencias. ¿Hay algo menos individualista que un pelo? Decimos pelo como conjunto de y si usamos el plural ya va con retintín: que pelos! Aunque cuando decimos pelo hablando de un solo pelo, no suele dar muy buen rollo. A nadie le importa el pelo a no ser que encuentres uno solo. Es como quien se siente observado si va sin nadie más al cine o a tomar un café. Hay pelo que adorna, y pelo que sirve para evitar infecciones. Hay pelo que se enquista, que se envidia, que se compra. Nadie quiere uno en la comida y cuanto más desconocido es el propietario, más asco nos da. Los de nuestras mascotas no nos dan asco, son como pequeñas muestras de su presencia. No mola que te cagas un pelo de Superman aunque soporte toneladas de peso, pero mola que te cagas el pelo del Joker.

Todos somos un poco japos, porque a todos nos gusta copiar lo que consideramos lo mejor de los demás. Aunque no lo digamos. Aunque no lo sepamos.

Buscarle sentido sólo sirve para no hacerlo. Es algo parecido a quejarse, pero sin molestar tanto.

Pda: no tengo problemas de alopecia… aunque sigo imaginando cómo seré de mayor.

No hay comentarios: